Dice César, y creo que es algo aceptado en el círculo de psicólogos, que los sueños sirven para comunicarnos con el inconsciente.
En esta época de mi vida mi inconsciente me hace soñar de forma temática. Es tan temático, que el otro día decidí enfadarme con él para que me dejará en paz con el puñeterito sueño. Y funcionó, ya lo creo que funcionó. Mi sueño me dejó en paz.
Por unos días.
El otro día soñaba que analizaba vitamina D, incluida en uno de mis proyectos en el trabajo. Analizaba y analizaba y no dejaba de analizar y me despertaba, o entre sueños, me decía que no quería seguir analizándola.
Pasé por alto este sueño, cosas de trabajo ya se sabe, pero el otro día caí en la cuenta. Mi inconsciente había decidido insistir en el sueño. Eso sí, para engañarme, había decidido camuflarlo de trabajo, de vitamina D, para que no me diera cuenta, porque sabía que haciéndolo evidente no le iba a dejar soñarlo. El tío quería seguir siendo, en definitiva, inconsciente... ¡qué jodío!
Pero le he cazado, tendrá que volver a currárselo, ¡tendrá que volver a disimular!