Y no precisamente para escuchar, si no para todo lo contrario, para dejar pasar el sonido de un lado al otro sin que haga mella en la cabeza. Para que simplemente pase el aire y el de enfrente sienta que no es en absoluto escuchado.
Oídos conectados que transforman mis temas rápidamente en pie de anécdotas repetidas y que transforman un gran esfuerzo por encontrar un regalo en polvo y cenizas, porque cuando yo voy, ellos ya han vuelto de allí.
Pero yo no me levanto. Parece que yo no tengo excusa. Y sigo escuchando. Yo es que por lo visto nunca he sido de mucho contar, ¿no será que ellos nunca han sido de mucho preguntar?
6 comentarios:
Últimamente pareces triste. Si te puedo ayudar en algo... Dímelo. Un besito guapa.
Hola guapa!
no, que va. Sólo es que a veces hay cosas que te llaman la atención que otras. Por eso escribo sobre eso.
Un besote
A mí me gustaría saber conectar mejor los oídos muchas veces, y que algunas palabras pasaran de largo, y se perdieran, y luego no me hicieran eco por dentro.
La gente cada vez es menos de preguntar. Cada vez apetece menos contar nada. Menos mal que hay momentos, y hay personas.
:-)
Gracias por el comentario y esa frase final que además es verdad: menos mal que hay momentos y hay personas.
¡Eso es lo bonito!
Un beso
Suena triste.
Jezabel
Sí Jeza, suena y es triste sí, pero ya me he puesto manos a la obra para solucionarlo: asertividad al poder... ¡y está funcionando!
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