13 agosto 2010

Pobrecitos

Cada vez que veo en la televisión reportajes o noticias de poblados chabolistas en España no puedo más que sentir lástima de que haya gente viviendo así. Lo que pasa es que también me quedo con la sensación de que son situaciones que en el fondo también son elecciones.

No digo que la gente elija vivir así, me refiero a que la gente que vive en esa situación no lucha contracorriente para que eso no ocurra. En estos poblados, el índice de no escolarización es altísimo, muchas mujeres son analfabetas y aún se sigue estilando los matrimonios jóvenes y en ocasiones pactados por los propios padres. Se sigue el estilo de liderazgo del patriarcado y se instala la queja constante de que no se encuentra trabajo porque no son aceptados en la sociedad.

Lo que me molesta es eso que he dicho antes de no nadar contracorriente. Está claro que esa vida de miseria será irremediable para alguna generación de esos poblados pero no veo que los padres luchen porque sus hijos no repitan su misma historia. Les veo más preocupados de que las hijas no vayan a los institutos para que no pierdan "la flor", de mantener unas tradiciones arcaicas que incluyen una vestimenta muy poco apropiada para encontrar un trabajo, y una exigencia constante para que las demás personas respeten sus leyes sin ellos respetar las de la Constitución.


No digo que no necesiten ayuda, que la necesitan, lo que digo es que la ayuda que necesitan es escolarización, cultura, apertura al mundo, libre elección de las personas, lucha frente a la discriminación... y no sólo pisos que es lo que normalmente piden. Eso es lo que les ayudará realmente a salir de esa situación. Pero el miedo a abrir el mundo real a los jóvenes, y que entonces decidan que no quieren lo que tienen, existe. Que los jóvenes (y sobre todo las jóvenes) decidan que quieren tener educación y que no quieren ser meros objetos reproductores está ahí, y eso supone una pérdida de "poder" masculino que no creo que a muchos (patriarcas y hombres) les compense.

Parece claro que es más fácil culpar al mundo de lo que les sucede que mirarse el ombligo y ver que así no se puede seguir.

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