31 octubre 2010

Elsa Punset y la Buena Suerte

Dedicado a todos los lastimeros que lloran por las esquinas por lo desgraciados que son.

Siempre he creído que la buena suerte no es cosa que cae del cielo (casi nunca), sino que es cosa más de actitud (mi palabra favorita). Hoy estoy contenta porque este pensamiento mío ha encontrado apoyo en un estudio científico que explicaron el otro día en la nueva (y fantástica) sección de El Hormiguero.

Espero poder resumirlo/explicarlo correctamente. En cualquier caso os dejo el enlace donde podéis verlo explicado por Elsa Punset (http://www.youtube.com/watch?v=U5FjssUdl8Y).

Seleccionaron 400 individuos que dividieron en "los que tienen buena suerte" y "los que no" en función de una enorme batería de test que les hicieron. A ambos grupos les daban entonces un periódico y les pedían que contaran el número de fotos que contenía. Sorprendentemente el grupo de los "suertudos" tardaba un minuto y los de los "no suertudos" el doble. 

Este hecho tenía una explicación clara: el periódico tenía al comienzo un anuncio enorme en el que se decía "Deja de contar. En este periódico hay X fotos", que sólo los "afortunados" eran capaces de ver, mientras que los "desafortunados", cegados por la angustia de la misión, no veían. Es más, el periódico contenía otro anuncio del mismo tamaño que decía "Dile al investigador que has visto este anuncio y conseguirás 250€". El resultado de este segundo anuncio era el mismo: los "sin suerte" eran incapaces de verlo. 

La conclusión de este estudio es clara: la buena suerte llega a los que miran más allá. Básicamente llega a los que buscan nuevas oportunidades.

Esto que aparentemente es tan sencillo luego no se aplica y sólo hay que mirar alrededor a amigos, familiares, compañeros... que constantemente se quejan de su (aparente) desgracia. A todos ellos, como decía al principio, va dedicada esta entrada.

Y un regalo para ellos y para el resto (que no haya visto el enlace que he puesto arriba). Una cámara oculta que hicieron en Chicago. Adelantad el vídeo al minuto 2:24. Lo más bonito: que la gente sólo cogía uno.

27 octubre 2010

Listones y Posicionamientos



Tengo que reconocer que no soy persona de mucho autoestima. No es que me falte pero tampoco me sobra. Eso me sitúa en la posición, muchas veces, de buscar lo que te falta en los ojos de los que me miran. Buscar el visto bueno de los demás.

El que sea así, no es una cosa de ahora, y de hecho el que sea así es fruto de lo que he ido viviendo con el paso de los años (y con esto no descubro América, lo sé). 

Sin pensar mucho, puedo recordar momentos de mi adolescencia donde mis pequeños éxitos no eran mirados con buenos ojos, en cambio puedo recordar con facilidad como, el parecer que no sabía, se veía mucho mejor. Entiendes qué es lo que gusta y aprendes a ser de la forma en la que eres bien vista.

Por poner un ejemplo: nunca pude contar cosas de mis viajes familiares por todo el mundo. A mis amigos no le interesaban y reprimían rápidamente mis intentos con frases despectivas. En ese momento aprendes que calladita gustas más y lo aplicas. Aprendes a callar.

También aprendes en casa. Y vas buscando tu sitio. Y descubres que teniendo un hermano rebelde y bastante "olvidadizo" para muchas cosas, el papel de chica buena está libre. Y lo ocupas. Te pones un listón (ficticio o no) y no te permites un fallo. Porque tú eres la que escucha, eres la que acompaña, eres la que no da un problema, eres la que nunca falla. Y en esa posición recibes la aprobación que quieres.

Pero vas creciendo y, en tu nueva vida, tratas de mantener un equilibrio imposible: seguir siendo la que nunca falla, a nadie. Y eso es imposible. Y en la paranoia de un listón autoimpuesto comienzas a ver expresiones en los ojos de los demás que te devuelven una imagen de que estás fallando.

Pero no estás fallando, simplemente cambias. Tu vida, tus prioridades, pero no sabes cómo mostrarte de otra manera, ¿y si no me aceptan? ¿y si no me comprenden?

Está claro que tengo que buscar un nuevo camino, pero mientras encuentro el equilibrio semi-perfecto y consigo la fuerza suficiente para bajar ese pesado listón, no dejo de repetirme que en ese empeño de ser la perfecta hermana, hija, esposa, nuera, cuñada, amiga... corro el riesgo de perder mi perfecto yo.